domingo, 26 de abril de 2015

CRÍTICA: "EL MAESTRO DEL AGUA"

La maldición de la guerra
EL MAESTRO DEL AGUA êê
DIRECTOR: RUSSELL CROWE.
INTÉRPRETES: RUSSELL CROWE, OLGA KURYLENKO, YILMAZ ERDOGAN, CEM YILMAZ, JAI COURTNEY, ISABEL LUCAS, JACQUELINE MCKENZIE, RYAN CORR.
GÉNERO: DRAMA BÉLICO / AUSTRALIA / 2014  DURACIÓN: 111 MINUTOS.           
         
      
       El debut como director del actor neozelandés criado en Australia Russell Crowe, adapta el texto histórico basado en hechos reales escrito por Meaghan-Wilson Anastasios y Andrew Anastasios, un libro que toca sensiblemente el sentimiento patriótico australiano y neozelandés por el contexto histórico en el que transcurre la acción; varios años después de la batalla de Galípoli (que se inició en febrero de 1915 y finalizó en enero 1916), en la península turca durante la Primera Guerra Mundial, y que enfrentó a las fuerzas aliadas contra el ejército otomano que defendía el estrecho, en una larga contienda en la que se contabilizaron alrededor de medio millón de bajas  entre los dos bandos. Entre ellos muchos miles de jóvenes inexpertos australianos que dejaron un gran vacío en sus familias. El realizador australiano Peter Weir ya realizó ya realizó una magnífica y recordada película sobre aquel trágico episodio titulada Gallipoli (1981), film protagonizado por Mel Gibson en la piel de un atleta que junto con un colega deciden alistarse para ir a la guerra para luchar contra los turcos en aquella feroz batalla que se inició en 1915.
     

      
       El maestro del agua Es una aventura de tintes épicos ambientada cuatro años después  de esa batalla que tuvo como escenario la península de Galípoli en Turquía, un país inmerso en la primera gran guerra. El granjero y zahorí Joshua Connor (Russell Crowe) vive en las llanuras australianas junto a su esposa, Eliza (Jacqueline McKenzie). Un demoledor acontecimiento preside la existencia del matrimonio: la muerte de sus tres hijos en la batalla de Galípoli cuyos restos jamás han sido encontrados. Tras el doloroso suicidio de Eliza, Connor decide viajar a Turquía para intentar encontrar los restos de sus vástagos cumpliendo así los deseos de su fallecida esposa. Una vez allí, la empresa no será fácil: Galípoli es una gran tumba y las autoridades no están dispuestas a colaborar. Sin embargo, Connor encuentra como aliado a un comandante, Hasan (Yilmaz Erdogan) que participó en la contienda, y el apoyo de Ayshe (Olga Kurylenko) la hermosa camarera del hotel donde se hospeda. Connor, aferrado a esa esperanza, se embarca en un penoso viaje para descubrir el destino final de sus hijos.
       
        El maestro del agua no es una ópera prima fallida aunque sí un film carente de hallazgos y que de momento no hace presumir que estemos ante un gran director en ciernes. La historia del cine está llena de actores que en algún momento se situaron detrás de las cámaras (el mejor, Charles Laughton, que sólo dirigió una película y resultó ser una de las más enormes obras de arte de la historia: La noche del cazador, 1955), pero Crowe no se complica la vida y relata de manera simple y artesanal una historia que se mueve entre el drama íntimo, la acción bélica, la aventura  y el romance para desarrollar la odisea particular de un padre, un granjero zahorí australiano, sin otra misión ya en la vida que encontrar  los restos de sus hijos caídos en la batalla de Galípoli varios años antes. Esta premisa desgarradora nos hace adentrarnos en un primer tramo que discurre entre las llanuras de Australia, con el protagonista dedicado a su oficio de zahorí y viviendo una existencia triste y sin sentido junto a su esposa, y las trabas con las que se encuentra en Estambul para obtener el permiso que le sirva para trasladarse a Galípoli y cumplir su objetivo. La tibia historia de amor entre Crowe y Kurylenko se eleva como un aliciente mínimo ante lo que el director intenta destacar: la gigantesca tumba erigida en un paisaje vasto y la reconciliación de los pueblos que ya sólo pueden intercambiar dolor y sufrimiento; sensación de derrota, laceración, dignidad y memoria histórica.



           
     Con un gran trabajo de ambientación y una fotografía espectacular, Crowe pone el piloto automático para insuflar oxígeno a tipo honesto marcado por la tragedia dentro de un relato que bucea por una herida que supura sepultada bajo la tierra, una herida que resulta imposible de restañar si no se toma conciencia de que la destrucción de una guerra solo genera víctimas, y la mayor es, sin duda, la inocencia. En este aspecto, el film carece de la suficiente garra y emoción, Crowe en ningún momento logra –ni como actor ni director-  elevar la ternura a ese punto de ignición en que, más allá de las lagrimas, se convierte en desolación, consiguiendo los mejores momentos en la búsqueda, junto al oficial turco, de ese hijo al que todos los indicios apunta que puede seguir vivo, y siguiendo la luz de esa esperanza toma cuerpo su férrea determinación. Aunque la función luce una impecable factura técnica, a El maestro del agua le sobran flash backs y le hace falta corazón, la frialdad con que está rodada penaliza esta historia de coraje y fe, debido en parte a un guión plano, en exceso contenido, que ralentiza el ritmo de la trama e intenta abarcar demasiados cabos y que acaba dispersando la acción en subtramas intrascendentes. Todo para remarcar un axioma que todos deberíamos conocer: la maldición de sobrevivir a una guerra es que su horrible recuerdo nos acompañará siempre.



miércoles, 22 de abril de 2015

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: "LA MIRADA DE ULISES"

LA MIRADA DE ULISES
(LE REGARD D’ULYSSE)
Drama - Grecia-Francia-Italia, 1995 - 177 Minutos.
DIRECTOR: THEO ANGELOPOULOS.
INTÉRPRETES: HARVEY KEITEL, MAIA MORGENSTERN, ERLAND JOSEPHSON, THANASSIS VENGOS.


          El director ateniense Theo Angelopoulos está considerado un maestro del cine griego, emigró a París para, entre otras cosas, estudiar cine en el Centro de Estudios Cinematográficos de la capital francesa. Tras realizar un prestigioso cortometraje y después del golpe de los coroneles rueda su primer largo, Anaparastassi (1970), en el que muestra ya su peculiar estilo donde la cámara se convierte en instrumento estático para su mirada eterna y contemplativa. A pesar de que sus films obtienen premios en varios certámenes europeos, su obra sigue siendo para minorías y desgraciadamente en nuestro país pocos títulos de este autor han sido estrenado  comercialmente. Sí lo fue La eternidad y un día (1998) ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes que ha contado de nuevo con el fervor de la crítica especializada... y con la indiferencia general del público.
    
     
       A (Harvey Keitel) es un director de cine griego exiliado en Estados Unidos que regresa a su tierra después de varias décadas de ausencia. La excusa es la proyección de una de sus películas, aunque a él lo que más le interesa es encontrar tres rollos de negativos de películas que unos hermanos habían rodado a principios de siglo, y que se encuentran en la filmoteca de un Sarajevo en pleno conflicto bélico. Necesita estos  rollos pues está preparando un documental sobre estos hermanos que fueron pioneros del cine griego y viajaron por los países balcánicos con las primeras luces del siglo filmando a gente corriente, es decir, trabajadores, artesanos, etc.

         
        
       Resulta La mirada de Ulises, como toda la obra de Angelopoulos, difícil de sintonizar con el gran público, sobre todo con los amantes del cine de acción, sin embargo es un relato hermoso, emocionante, lleno de sensibilidad y sincero, de gran lirismo y tristeza, de imágenes fijas hasta las lágrimas. Así, A va cruzando países como pasajes de una Europa de posguerra, irreconocible, de ídolos caídos y símbolos rotos, de ciudades míseras y desoladas. Angelopoulos logra captar la percepción nostálgica de este recorrido apasionante, un mundo sin luz, devastado y gris, personas desastradas con historias de dolor y jirones de sufrimiento, luto en la nieve, soledades compartidas, noches de insomnio y la quietud rota por los disparos de una guerra cainita. Tiene el cineasta exiliado conciencia de que sus recuerdos se ahogan en un pozo de amargura existencial, goza fugazmente del amor y busca en medio del caos y la destrucción imágenes que le devuelvan la fe y la esperanza, la primera mirada inocente y limpia, imposible ya de contaminar. 


        Los larguísimos planos-secuencia, habituales en Angelopoulos, emotivos y de gran belleza, requieren la complicidad del espectador, recoger el momento para insistir en la memoria. Poco más de setenta planos son suficientes para crear una obra épica sobre el peregrinaje de un hombre que necesita encontrar un destello de luz diáfana para preguntarse si está todo perdido. Magistral, Angelopoulos no sólo tiene mi respeto también mi absoluta admiración. A destacar la soberbia actuación de Harvey Keitel, uno de los mejores intérpretes de las cuatro últimas décadas. La película obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes’95 y el Fipresci de la Crítica Internacional.  


lunes, 20 de abril de 2015

¡¡¡JENNIFER LÓPEZ, EL CULO ES LA ESTRELLA!!!


La maestra y el psicópata
OBSESIÓN  ê
DIRECTOR: ROB COHEN.
INTÉRPRETES: JENNIFER LÓPEZ, RAY GUZMÁN, JOHN CORBETT, IAN NELSON, KRISTIN CHENOWETH.
GÉNERO: THRILLER / ESPAÑA / 2015  DURACIÓN: 91 MINUTOS.   
       

      
      Ni aun con la presencia de Jennifer López, puede desprenderse Obsesión del molesto tufo a telefilm de lujo absolutamente previsible y sin otro aliciente que ver a la diva pop latina como icono erótico de una función que recrea situaciones absurdas, y en donde un tema tan serio como el acoso sexual parece quedar en un segundo plano en detrimento de un suspense de baja tensión que en la onda reminiscente de Atracción Fatal acaba suscitando la vena jocosa del espectador. Veamos: Tras separarse de su marido a causa de su infidelidad, Claire (Jennifer López) una hermosa y madurita profesora de literatura que vive con su hijo adolescente, conoce a Noah (Ray Guzmán), un atractivo joven que se ha mudado al barrio para cuidar a su anciano y enfermo tío. Claire no tardará en descubrir que detrás de la amable sonrisa de Noah se esconde un psicópata que se obsesionará con ella poniendo en peligro su vida y la de su familia.
     

      
       Dirigida por Rob Cohen, Obsesión es un truño importante, como casi todas las películas protagonizadas por esta actriz mediocre que responde por el nombre de Jennifer López, y que, no nos engañemos, también es una cantante regular. El problema es que aquí tiene como pareja a otro actor irrelevante, el tal Ray Guzmán, al que nunca nos acabamos de creer en la piel de ese psicópata al estilo de doctor Jekyll y mister Hyde… pero que tiene un buen culo que hace juego con el de nuestra adorada, por ese mismo motivo, JLo. La película carece de fuerza dramática porque todo se intuye y anticipa de manera burda, lo que dice mucho de un guión carente de sutilezas y construido con los retales de otras películas como la ya mencionada que protagonizaron Michael Douglas y Sharon Stone, o aquel film interpretado por Julia Roberts titulado Durmiendo con su enemigo (Joseph Ruben, 1991) o Nunca más (Michael Apted, 2002) una cinta que también tenía como protagonista a nuestra más deseada diosa latina. Lo único positivo que tiene la función se reduce a las fugaces visiones de la exuberante anatomía de Jennifer López -que si es famosa es por sus atributos físicos- y su incontenible deseo carnal que le hace perder la cabeza y da pie a un encuentro sexual muy mal rodado que nos deja con la miel en los labios y que es como para pegarle un par de hostias al director, pues cualquier clip musical de la artista contiene más morbo. En fin, un film zarrapastroso que no deja el más mínimo poso y que finalmente nos aboca a un clímax de tono gore tontamente predecible.    



GIF JLO: LA DIVA LATINA MÁS EXUBERANTE



JENNIFER Y SUS DESCUIDOS FATALES

sábado, 18 de abril de 2015

CRÍTICA: "UNA NOCHE PARA SOBREVIVIR"

El pasado como condena y la familia como expiación
UNA NOCHE PARA SOBREVIVIR  êêê
DIRECTOR: JAUME COLET-SERRA
INTÉRPRETES: LIAM NEESON, ED HARRIS JOEL KINNAMAN, VINCENT DÓNOFRIO, GÉNESIS RODRÍGUEZ, BOYD HOLBROOK.
GÉNERO: THRILLER / EE.UU / 2015  DURACIÓN: 114 MINUTOS.   
        

         El director catalán Jaume Collet-Serra debutó hace ya una década con el resultón thriller La casa de cera (2005), y con un paréntesis para filmar la birriosa secuela ¡Goool! 2: Viviendo el sueño (2007), un film olvidable de temática futbolística, retoma el género con el que debutó en el año 2009 dirigiendo La Huérfana, con la que demuestra ya más oficio para crear una historia inquietante en la que Vera Farmiga y Peter Sarsgaard son un matrimonio que tras perder el bebé que estaban esperando adoptan a una niña de rostro angelical que llevará las llamas del infierno a su hogar. A partir de entonces, Collet-Serra adoptará al siempre eficaz Liam Neeson como actor fetiche para componer una serie de policíacos que inaugura con la cinta titulada Sin identidad (2011), un aceptable thriller casi de serie B que juega con las falsas identidades muy en la onda paranoica de algunos films polanskianos. Más floja es su segunda colaboración con el actor norirlandés en el thriller estrenado el pasado año titulado Non-Stop, sobre un veterano agente del servicio secreto aéreo con problemas con la bebida que tendrá que hacer frente a la amenaza de unos alarmantes mensajes que exigen la transferencia de una fuerte suma de dinero a una cuenta secreta a cambio de no matar a un pasajero cada 20 minutos, y en el que sólo la presencia de Neeson hace este film digerible. La nueva colaboración entre el director y el actor aun contando con algunas constantes reiterativas se me antoja la mejor de todas.
     

      Con 55 años (Neeson siempre interpreta a personajes más jóvenes pues tiene 62), los mejores años del matón de Brokklyn Jimmy Conlon, “El Enterrador” (Liam Neeson), ya son historia. A Jimmy le persiguen los crímenes del pasado y la policía no se ha olvidado de él. Su mejor amigo sigue siendo su antiguo jefe, el capo de la mafia irlandesa Shawn  Maguire (Ed Harris), y su peor enemigo, el detective Harding (Víncent D´Onofrio) que lleva 30 años persiguiéndole. Cuando Jimmy se entera de que su hijo Mike (Joel Kinnaman), con el que no mantiene ninguna relación, se ha convertido en el objetivo de Maguire por culpa del hijo de éste, Danny (Boy Holbrook), se verá obligado a elegir entre la familia mafiosa a la que ha pertenecido siempre o la suya, la auténtica, que abandonó hace muchos años. Jimmy sólo tiene una noche para decidir qué camino elegir y a quién debe su lealtad.
       
       
       A Neeson le hemos visto muchas veces ya interpretar al tipo maduro devastado por el pasado, arrepentido de sus pecados, alcoholizado y al que su mala conciencia obliga a ejecutar algún acto de redención para así redimirse y espantar los demonios que asaltan su mente. Pero es que ese papel le va como anillo al dedo sobre todo cuando un director como Collet-Serra sabe imprimir la emoción e intensidad adecuada dotando al personaje de un dramático y emocionante verismo y a la acción de dinamismo, tensión y energía. Además, en esta ocasión está rodeado de un competente elenco; un Ed Harris que parece disfrutar dando oxígeno a un veterano mafioso irlandés cuya lealtad a la organización debe estar por encima de todo; un convincente Vincent D´Onofrio como implacable policía que finalmente se erige en uno de los pocos personajes honestos del relato, y un Joel Kinnaman firme en su decisión de no dejarse manchar por las organizaciones criminales pero que se ve envuelto casualmente en un peligroso asunto que pone en peligro a su familia.


      Una noche para sobrevivir está filmada con oficio a pesar de lo previsible de muchas secuencias (la aparición de Jimmy cuando Danny Maguire está a punto de liquidar a su hijo) y que toda la historia desprende una sensación déjà vu algo desconcertante (llegará un momento en que confundiré muchas de las escenas de estos thrillers protagonizados por Neeson que se me antojan perfectamente intercambiables), pero no cabe duda de que la función funciona en su sórdido retrato de los bajos fondos neoyorquinos, la corrupción policial y la mafia irlandesa, en la trágica determinación del protagonista por impartir justicia y salvar a su hijo en un acto de expiación de sus terribles pecados y la condena insoportable de haber abandonado a su familia.

  
        Collet-Serra sabe dónde situar la cámara en cada momento lo que demuestra que se está convirtiendo en un buen artesano, y si la película rebosa clichés es por culpa de un guión que funciona pero que no tiene como mayor virtud la originalidad. Resulta curioso que el director español se decante siempre por historias en las que los lazos familiares (de sangre o criminales) tienen siempre una relevancia en su dimensión sentimental y trágica; son las escenas de la relación paternofilial, junto a ese tercer y esquinado personaje al que da vida Ed Harris, las que sostienen la acción con un absoluto dominio del tempo narrativo, poniendo énfasis en el dramatismo latente, un efecto tonal que finalmente explotará en set-pieces vibrantes que tienen como insuperable escenario la laberíntica metrópolis de Nueva York retratada en toda su plenitud con unos magníficos barridos aéreos que captan el desasosiego y la amenaza nocturna. La pericia de Collet-Serra para rodar escenas de acción queda patente en esa frenética persecución que se desarrolla en un edificio en llamas y en la vertiginosa persecución automovilística, así como en la claustrofóbica sensación que producen las secuencias rodadas en lugares cerrados. Por supuesto, al tratarse de un relato que se desarrolla durante una larga noche, la acción está dotada de una premura vigorosa y un músculo contundente. Una noche para sobrevivir tiene hechuras de western  urbano (atención esa escena que se desarrolla entre trenes) en donde la nostalgia dolorosa, emocional y la venganza de los veteranos personajes evoca la decadencia de un pasado en el que la lealtad lo era todo, un pasado convertido en cenizas por las nuevas formas del crimen.


                

jueves, 16 de abril de 2015

“EL CINE QUINQUI”: CRÓNICA DE UNA ÉPOCA CONVULSA (I)


      Durante la Transición política española tuvo lugar un fenómeno cinematográfico genuinamente español que llegó a convertirse en un género y que todo el mundo conoce como “cine quinqui”. Estas películas narraban las vivencias y aventuras delictivas de jóvenes y conocidos delincuentes que le debían su fama gracias a ello, un cine que marcó a toda una generación de adolescentes (la mía) que creció y vivió su adolescencia y juventud en una gran urbe como Barcelona, donde podemos afirmar que se inició el género en 1977 con Perros callejeros que luego alcanzaría su esplendor en la década de los ochenta. Una época de alarmante inseguridad ciudadana y desigualdades sociales que dejó a muchos chavales en la marginación o exclusión social. Los temas más recurrentes de estas recordadas películas eran las drogas, los atracos y robos de coches, las críticas al sistema (la corrupción política, policial y de las clases burguesas) y el sexo, todo amenizado con la insustituible música de grupos rumberos como Los Chichos o Los Chunguitos. Muchas de estas películas estaban protagonizadas por los propios delincuentes que a veces utilizaban palabras del caló.


LAS DIEZ MEJORES PELÍCULAS DEL CINE QUINQUI:
          
1-EL PICO (Eloy de la Iglesia, 1983)



      Protagonizada por el malogrado José Luis Manzano, a quien De la Iglesia descubrió e hizo debutar en Navajeros y que moriría a edad temprana en casa del director a causa de una sobredosis, El Pico nos relata la historia de amistad de los hijos de un Guardia Civil  y de un dirigente abertzale en el Bilbao de los primeros años 80. Sin duda la mejor cinta del director sobre la temática, rodada con un fondo de convulsión política y social y con el terrorismo en su etapa más sangrienta. La película es mítica porque casi todos las personajes y buena parte del equipo técnico murieron a causa de las drogas. Filmada con una frescura documentalista aterradora, en el film se mezclan temas como el de la homosexualidad, las drogas y la política para componer un demoledor documento histórico sobre una época y una juventud insatisfecha y autodestructiva. Una película que aún hoy produce un lacerante sentimiento de culpa colectiva y que contó con una secuela inferior estrenada al año siguiente.



2-DEPRISA, DEPRISA (Carlos Saura, 1981)
     

     
     Aportación de Carlos Saura al género que se alzó con el Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival de Berlín aunque había puesto ya una hermosa pica en el género debutando con  su ópera prima Los Golfos (1959). Deprisa, deprisa  narra la historia de unos chavales que quieren escapar del ambiente marginal en dónde viven. Para ello necesitan dinero y no están dispuestos a trabajar, de modo que sólo hay un método para conseguirlo rápido y vivir deprisa rodada con actores aficionados, algunos de ellos delincuentes, Saura retrata con virtuosismo la España decadente de la Transición y el realismo social de una juventud sin futuro en los barrios marginales de la periferia madrileña. La música de Los Chunguitos ameniza la que es sin duda la que es una de las más bellas y tristes historias de amor con el agitado mundo del lumpen como fondo.



3-PERROS CALLEJEROS (José Antonio de la Loma, 1977)
     

           
          El inicio de todo. La película pionera del género quinqui en España, el fílm mítico dirigido por José Antonio de la Loma que tendría varias secuelas y que no sólo inaugura una corriente sino que sienta unas bases argumentales que serán a partir de entonces repicadas machaconamente y elevaría a “el Torete” a la condición de icono del lumpen interpretado de forma más que convincente por tempranamente fallecido Ángel Fernández Franco, haciendo muy popular la frase “Dale caña Torete, que es robao”. Mucho cariño le tengo a esta película rodada en Barcelona y a la que tuve la oportunidad de asistir a una secuencia de su rodaje. Insisto, los conceptos a partir de entonces se mantendrían invariables en casi todas las muestras del género. El suburbio degradado conocido como la Mina, en San Adrián de Besós, entonces un auténtico basurero, sirve como escenario para reflexionar sobre el negro porvenir de estos chavales y su peligroso descenso a la delincuencia, viviendo en pisos hacinados e insalubres y que sentían que el estado del bienestar no se había creado para ellos. Así, el Torete, el Vaquilla, el Jaro, el Pirri, el Fitipaldi, el Corneta, cuya esperanza de vida no llegaba a la mayoría de edad, forman parte del imaginario de toda una juventud, más urbana que rural, que se identifica con sus golferías a los ricos y las ínfulas de Robin Hood que tenían muchos de sus personajes. Ya saben, las bandas sonoras estaban compuestas por Los Chichos, Los Chunguitos o Bodón 4, que también sacaron provecho del éxito de estas cintas.


   
4-NAVAJEROS (Eloy de la Iglesia, 1980)


       El director Eloy de la Iglesia hace debutar a José Luis Manzano en una comunión artística que duraría algunos años  para meterle en la piel de el Jaro, que acompañado de su banda de chorizos se gana la vida pegando tirones, atracando y robando coches. Se nota la escasez de medios y los intérpretes, la mayoría de ellos tan amateur, que tuvieron que ser doblados debido a su analfabetismo y horrorosa dicción. La línea de diálogos es muy simple y la jerga quinqui ha quedado muy desfasada, pero las secuencias de acción están rodadas eficazmente, con ritmo. El film alcanza una dimensión social naturalista retratando la atmósfera de la época posfranquista, con sus grises y temibles policías, las moles de edificios de protección oficial de la M-30, la diferencia de clases, el paro juvenil, la delincuencia como forma para sobrevivir y las drogas, en un ambiente donde todavía no se tenía noticia de ese apocalíptico jinete que conoceríamos por SIDA.



5-CHOCOLATE (Gil Carretero, 1980)


        Lástima que esta segunda y última película de Carretero se estrenase el mismo año que Navajeros y La quinta del porro, que tuvieron mejor suerte y mayor distribución. Chocolate, con un guión firmado por el escritor José Luis Martín Vigil, se mereció más reconocimiento del que en su día se le dispensó, y fue en formato VHS cuando alcanzó la proyección masiva que no obtuvo en las salas de cine. La trama gira en torno a tres jóvenes de Vallecas, el Muertes, el Jato y la Magda (Manuel de Benito, Ángel Alcazar y Paloma Gil) que bajan a Marruecos para comprar droga barata que luego venderán a un precio más alto en Madrid. Nueva crónica de supervivencia, adicciones y autodestrucción que despliega todos los clichés del género: homosexualidad, prostitución, drogas, machismo, navajas… pero que ampliaba el horizonte más allá del deprimente extrarradio de las grandes ciudades para centrarse en una dramática realidad social que dejó muy diezmada a toda una generación: el consumo compulsivo de todo tipo de drogas y las trágicas consecuencias de su tráfico.