martes, 6 de mayo de 2014

EL DESCONOCIDO DEL LAGO, NUEVA PROPUESTA VALIENTE QUE LLEGA DE FRANCIA


      La estructura de EL DESCONOCIDO DEL LAGO (Alain Guiraudie, 2014) se me antoja tan minimalista como su mundana premisa: Verano. Un lago de aguas azul turquesa en torno al cual se congrega un grupo de bañistas. Hombres que utilizan el bucólico paraje para sus escarceos sexuales con otros hombres a la orilla del lago o en el interior del bosque contiguo. Franck (Pierre Deladonchamps) pasa el tiempo entre la amistad  con el orondo Henri (Patrick D´Assunçao) y los escarceos con Michel (Christophe Paou), adonis oscuro y peligroso. La aparición en el lago del cadáver de un joven, romperá la armonía del idílico entorno atrayendo hasta el lugar a un meticuloso inspector de policía (Jerome Chappatte), que iniciará una investigación para saber si la causa de la muerte fue violenta o accidental


      Nada me interesa el tema de cómo se ve representada la comunidad homosexual en el film porque para mí dicha comunidad no vive en un gueto y el debate ya se agotó tras el estreno de A la caza (William Friedkin, 1980) con resultados estériles. EL DESCONOCIDO DEL LAGO es ante todo un film valiente, la visión de Guiraudie sobre el sexo me resulta tan lúcida como natural y las pasiones emanan de una forma espontánea y descarnada, ya sea a través de insinuantes flirteos, de las miradas y los gestos o vertebrando secuencias sombrías de sexo explícito. Eros y Tánatos, el sexo y la muerte en un edén convertido en un vertedero de amor, soledad y muerte. Guiraudie, que con una filmografía compuesta por media docena de títulos, entre las que sigue sobresaliendo su potente mediometraje Ce vieux rêve qui bouge (2001), un drama sobre un obrero que se enamora de su capataz y que es su mejor film hasta la fecha, logra su segundo mejor trabajo  con esta fascinante y lacónica historia con resonancias al Chabrol más campestre


       Centrada en el submundo del cruising, el director galo prescinde de filtros, tabúes y toda formalidad para acercarnos con hiriente transparencia a la compulsión del deseo y el peligro, y los momentos de explicitud sexual (besos negros, masturbaciones, felaciones y eyaculaciones) forman parte del magnetismo de ese tentador fenómeno al mismo tiempo oscuro y seductor del placer instantáneo, que aunque teñido de una evanescente sordidez, marginalidad, amoralidad y decadencia, jamás limita las emociones y el éxtasis que fusiona con fluidez orgásmica la atracción y la amenaza, creando una atmósfera perturbadora en donde ni la muerte servirá de obstáculo para la pasión desmedida.

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