domingo, 6 de abril de 2014

CRÍTICA DE: "NOÉ"

De la épica y la estética
NOÉ êêê
DIRECTOR: DARREN ARONOFSKI.
INTÉRPRETES: RUSSELL CROWE, JENNIFER CONNELLY, RAY WINSTONE, ENMA WATSON, ANTHONY HOPKINS, LOGAN LERMAN.
GÉNERO: AVENTURAS / EE. UU. / 2014  DURACIÓN: 138 MINUTOS.   

     Este cronista tiene un lejano recuerdo de una película dirigida en 1928 por Michael Curtiz titulada El arca de Noé, una superproducción a lo Cecil B. De Mille que narraba de forma paralela dos historias; la fábula bíblica sobre Noé  y el diluvio, y por otra lado, una visión trágica de la Primera Guerra Mundial. Era muy pequeño, pero desde entonces, salvo algunas películas de animación y un telefilm bastante mediocre protagonizado por John Voight, siempre he estado esperando el momento que algún osado director, siempre con el paraguas protector de una potente productora, acometiera este mágico y conmovedor relato bíblico haciendo uso de toda la modernidad tecnológica a su alcance.


      Gracias al éxito de Cisne negro, película que recaudó 330 millones de dólares, el neoyorquino Darren Aronofski logró de la Paramount luz verde para un proyecto que ha tenido un coste de producción muy elevado y grandes problemas de criterio entre productora y director para dar por finalizada la película. A mí, que de este realizador tildado por algunos de visionario, me gustaron mucho Réquiem por un sueño (2000) y El Luchador (2008), no me gustaron tanto Pi, fe en el caos (1998) y Cisne negro (2010) y absolutamente nada La fuente de la vida (2006), esta audacia de Aronofski me cae simpática, me gusta el riesgo que asume y su empeño por ofrecernos su visión de una historia que le conmovió cuando era niño.


      La trama, basada en los textos del libro del Génesis, es conocida por todos, incluidos ateos y agnósticos, y así, en un mundo asolado por los pecados humanos, Noé (Russell Crowe), un hombre pacífico que sólo desea vivir tranquilo con su familia, recibe una misión divina: construir un arca para salvar a su familia y a toda la creación del inminente diluvio universal. Todo comienza cuando, cada noche, Noé tiene el mismo sueño: las visiones de una muerte provocada por el agua y seguidas de una nueva vida en la Tierra. La tarea no será fácil, pues Noé, además de enfrentarse a sus propios dilemas morales, deberá luchar contra los problemas que la empresa divina provocará en el seno de su familia y sobre todo tendrá que enfrentarse a las sospechas y desconfianzas de Tubal-Caín (Ray Winstone), líder de una tribu vecina, que pondrá límites a las fuerzas del insospechado héroe.


      No sé si los católicos, judíos y musulmanes quedarán muy satisfechos con esta película o si ésta contradice o no las enseñanzas bíblicas porque las opiniones de los fundamentalistas me importan un carajo, yo sólo atiendo a los valores cinematográficos de la cinta, y la equidistancia, la indiferencia y la pereza se apoderan de mí si tengo que opinar sobre otros temas. Aclarado esto, encaro NOÉ como lo haría con cualquier otro blockbuster, una odisea muy estimable en un plano visual y poco emocionante en sus divagaciones narrativas. He de reconocer que no me molestan las licencias que Aronofski y su guionista Ari Handel se toman a la hora de ofrecernos su particular visión de la épica epopeya (todo ese rollo malsano del descendiente de Caín con quien Dios no se comunica y sus bestiales tribus, la historia de la chica a la que salva la vida Noé y su familia, el cabreo de Ham porque su padre no querido salvar a su amiga, las cómicas apariciones de Matusalén), ya que pienso que una película cabe todo, y me molestan las férreas restricciones que los puristas quieren imponer sobre las adaptaciones de cualquier texto esté o no basado en hechos reales, aunque eso suponga una nueva reescritura de la historia. Aronofski demuestra tenerlos bien puestos porque aún jugando con un presupuesto muy elevado demuestra que no se casa con nadie.


       Al fin y al cabo NOÉ no atiende sólo al marco épico y dramático de la fábula bíblica, también, no podía ser de otro modo, al espectáculo y la fantasía de tono místico, en la que además podemos adivinar un sentido tributo a la madre naturaleza, pero que trata de profundizar, a ratos de manera aparatosa y a ratos de forma sobrecogedora, en el peso moral de un hombre bueno condenado a ser testigo de una catástrofe que no puede evitar siendo su fe constantemente puesta a prueba.
       

        Y lo cierto es que como espectáculo la propuesta de Aronofski resulta verdaderamente fastuosa, una obra que enlaza por su temática, ética y estética con el cine postapocalíptico y el de catástrofes. La película, con unas lánguidas Jennifer Connely y Emma Watson, gana muchos enteros con la presencia de Russell Crowe, un tipo poco a poco trastornado por sus profundos y terribles dilemas morales, inquebrantable, obediente siervo de los designios del creador y que Crowe hace creíble en sus embestidas bélicas y en sus recogimiento espiritual. Hay sentido del ritmo cuando comienza el temible diluvio y las hordas de Tubal-Caín se enfrentan a Noé, protegido por unos gigantes y rocosos ángeles caídos llamados Los Vigilantes. Una batalla bajo la lluvia y una misión mesiánica, que durante la larga travesía en el arca nos hará temer por las obsesiones de un Noé cada vez más perturbado, que convencido de que Dios quiere exterminar al hombre de la faz de la tierra, también ellos deben perecer, incluidos los retoños que guarda en su vientre la joven Ila, hijos de su hijo Shem.          



        La torturada psique de Noé le hará encarar su triste destino en la tierra prometida alcoholizado y en soledad, perdido en el laberinto de sus conflictos espirituales, apartado de su familia en inconsciente de que sólo el amor ilumina el camino de la inmortalidad.

2 comentarios:

  1. En primer lugar, decirte que coincido casi al cien por cien en tu valoración de las películas de Aronofsky. Sobre esta última, me gustó bastante, particularmente su segunda mitad, cuando se centra en los dilemas morales de Noé. Le perdono que salgan monstruos de piedra y Anthony Hopkins haciendo el papel de siempre. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Claro, Ricard, y además El Luchador no ha perdido fuerza desde su estreno, un film con el que Mickey Rourke debió ganar merecidamente el primer Oscar de su carrera. Anomalías, pero que se puede pedir si todavía recuerdo aquel Oscar a la Mejor Película concedido a Paseando a Miss Daisy. En fin, no está mal la película de Aronofski, pero tienes razón, las apariciones de Anthony Hopkins son excesivamente cómicas y los gigantes rocosos chirrian un poco.

    Un abrazo

    ResponderEliminar