miércoles, 19 de septiembre de 2012

LOS MEJORES CARTELES DE CINE: LA VIRGEN DE LA LUJURIA

      Para alguien tan fetichista, iconoclasta y mitómano como este cronista, los fotocromos, programas y carteles de cine siempre han sido preciados objetos de deseo, fetiches de incalculable valor simbólico, sentimental, artístico y de gran calado cultural. Lo que me propongo con esta sección –que aparecerá en nuestro blog de forma alternativa- es realizar un recuento nada exhaustivo de todos aquellos pósters de películas que por su poderoso magnetismo han logrado cautivarme hasta el punto de remover Roma con Santiago para conseguir que formen parte de mi exclusiva colección. Se da el caso -nada peculiar- de que algunos de esos carteles pertenecen a películas que me han interesado poco o nada, pero que por su genial composición, diseño, originalidad o exotismo han captado mi atención a pesar de que las películas que publicitan cayeron pronto en el olvido. Es el caso del cartel que nos ocupa, ideado para servir de imán al film del mexicano Arturo Ripstein La virgen de la lujuria (2002).  


      Una película que nos enfrenta a la decadencia artística del veterano Ripstein, gran cineasta que tantas veces ha conseguido conmoverme con títulos como El lugar sin límites, La mujer del puerto, Principio y fin o Profundo carmesí, y que dueño de un universo tan personal como sórdido, no acertó con esta adaptación de un relato de Max Aub ubicado en el México de la década de los 40 y centrado en el mundo de los exiliados españoles desesperados por la victoria franquista. Un film protagonizado por Luis Felipe Tovar dando vida a un camarero reservado y solitario cuyo tesoro más precioso es su colección de fotos pornográficas. Su vida cambia cuando conoce a Lola (Ariadna Gil), una prostituta de carácter autodestructivo e imprevisible con la que inicia una relación sadomasoquista que deja al camarero absolutamente colgado por la puta. Tanto que por merecer su amor será capaz de cualquier cosa, incluso de matar a Franco. Lo mejor de esta fallida, larguísima e inconexa película es sin duda el papel protagónico de Ariadna Gil, la actriz barcelonesa de 43 años asume de forma convincente el microcosmos asfixiante, mustio y desastrado tan característico de su autor. Un título bonito y un cartel magnífico que ilustra ese marco de decadencia y desprende el aroma morboso de tan sugestiva sordidez.

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