viernes, 13 de julio de 2012

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: ROCCO Y SUS HERMANOS


ROCCO Y SUS HERMANOS
DIRECTOR: LUCHINO VISCONTI.
INTÉRPRETES: ALAIN DELON, RENATO SALVATORI, ANNIE GIRARDOT, KATINA PAXINOU, SPIROS FOCAS, MAX CARTIER, ROCCO VIDALOZZI, CLAUDIA CARDINALE.
GÉNERO: DRAMA / ITALIA / 1960  DURACIÓN: 185 MINUTOS.   
   
      Descendiente de una familia aristocrática, Luchino Visconti, conde de Modrone Erba, (Milán, 1906-Roma, 1976), es uno de los directores más notables del gran vivero cinematográfico italiano surgido en las primeras décadas del pasado siglo. De niño recibe una educación exquisita que le sirvió de base para ser un gran estudiante, y su madre, que era una virtuosa del piano, puso mucho empeño en que sus hijos tocasen algún instrumento, pues además la familia era asidua a las representaciones operísticas de la Scala. Durante el servicio militar se aficionó a tanto a los caballos que dedica un lustro a la cría de caballos de carreras. En 1930 se traslada a París, en la capital francesa se convierte en un apasionado del cine y conoce a Jean Renoir, con el que trabaja dos años como asistente. La influencia del mítico realizador galo no es sólo artística, también ideológica, por lo que Visconti comienza a acercarse cada vez más a un izquierdismo militante. Tras una corta y frustrante experiencia hollywoodiense –hacia donde había marchado para aprender técnicas cinematográficas-, se convierte en colaborador de la revista “Cinema”, en la que firma artículos esenciales. En 1942 debuta tras las cámaras con el largometraje Ossesione, film pionero del movimiento neorrealista que supone una sacudida para la conciencia cultural de la época. Durante la Segunda Guerra Mundial se alía con los partisanos y es hecho prisionero, una vez terminada la guerra desarrolla una importante labor teatral que le convierte en uno de los nombres claves de la escena italiana. Algunas de las películas más celebradas de este genial autor son: El Gatopardo (1963), La caída de los dioses (1969), Muerte en Venecia (1971), y El Confidente (1976). Visconti muere el 18 de marzo de 1976 durante el montaje de este último film.

      Luchino Visconti consigue su primer gran éxito al narrar esta crónica sobre la inmigración interior en la que una mujer, Rosario Parondi (Katina Paxinou), tras quedar viuda, decide abandonar, junto a sus cuatro hijos, el pueblo sureño donde viven atraídos por las luces de la populosa, moderna e industrial Milán, una decisión que ya tomó hace tiempo su hijo mayor, que trabaja en la ciudad norteña. La película está dispuesta en cinco capítulos que llevan como subtítulos los nombres de los cinco hijos: Rocco (Alain Delon) arquetipo del muchacho alegre y soñador. Simone (Renato Salvatori), impulsivo y trastornado, mantiene una relación con Nadia (Annie Girardot), una prostituta a la que ama y desprecia. Ciro (Max Cartier) que trabaja en una fábrica de automóviles. Vincenzo (Spiros Focas) que contrae matrimonio con Ginetta (Claudia Cardinale), una decisión que a su madre no le hace mucha gracia. Y el pequeño Luca (Rocco Vidalozzi).
      
      Debido a la mejora que Italia experimenta a finales de los años 50 y a la progresiva industrialización de las grandes urbes, un fenómeno que, obviamente, arrastra consigo un ascenso del nivel medio y, como era de prever, da pie a un masivo éxodo proveniente de las zonas rurales que acrecienta el desequilibrio existente entre el sur agrícola y el norte, donde se instala el grueso de la industria, miles de familias se ven abocadas a abandonar su lugar de origen ante un futuro incierto en su tierra natal, lanzándose a la búsqueda del progreso y la estabilidad e hipnotizados por las centellantes luces de la sociedad del bienestar, con el convencimiento de que allí encontrarán oportunidades que en su pueblo no llegarían ni a soñar. Muchos de estos inmigrantes pronto se darán cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Para filmar las crónicas de estos fracasos están allí, esperándoles en la frontera que limita la ciudad y el campo, toda la vanguardia cinematográfica italiana, la degradación física y moral de toda esa pobre gente será narrada de forma hiperrealista y desoladora por Federico Fellini (Las noches de Cabiria); Pier Paolo Pasolini (Accatone y Mamma Roma); Bernardo Bertolucci (La commare seca); y, por supuesto, Luchino Visconti. Todos estos cineastas situarán las cámaras en la periferia de las ciudades para reflejar, cada uno con su personalísimo estilo, la cara más fea del milagro económico italiano. Partiendo de una historia de Giovanni Testori, Visconti sacude al público de la época con este amargo melodrama  de connotaciones dostoievskianas: bajo el soporte de una estructura teatral, una perfecta organización de planos y dilatadas escenas, asistimos a la descomposición de la familia Parondi, llegada a Milán desde la lejana y atrasada  Lucania.  
     
      Tenemos a la figura de la madre, típica mamma italiana que, a pesar de sus esfuerzos por mantener a sus hijos unidos, no podrá evitar el deterioro, la desintegración del núcleo familiar ni, como era su ilusión, el sosiego en tierra extraña, la prosperidad soñada. Dos personajes centran para el cineasta una atención mayor que los demás, Rocco y Simone, a los que dota de carismas antitéticos con cierta resonancia a los rasgos más definitorios del mito de Caín y Abel. No obstante, Simone es otra víctima atrapada, un ser condenado y  tarado por la dificultad de adaptarse a un medio hostil, desconocido y alienante, rebasando los límites de la ruina moral humilla y desdeña a Nadia para ocultar su propio fracaso, y cuando Rocco se enamora de ella, Simone la asesina en una de las escenas más crudas y despiadadas jamás filmadas. Las cuchilladas que recibe Nadia -en impactante pose de crucifixión-, abren una herida en un mundo que vive de espaldas a las tragedias cotidianas y ahonda en la soledad de unos seres incapaces de ahuyentar por sí solos los demonios que les asaltan. Rocco, por su parte, intenta superar la aflicción refugiándose en la práctica del boxeo profesional, pero con la salvedad de estos dos personajes que, insisto, son para el autor los más interesantes y en quien fija más y mejor la mirada, el resto quedan algo desdibujados, derivando en retratos poco sugestivos, como el personaje insustancial de Ginetta interpretado por Claudia Cardinale. ROCCO Y SUS HERMANOS (el título parece tomarlo el autor de “José y sus hermanos” de Thomas Mann), es un hermoso film de más de tres horas de metraje que pone el punto y final a la etapa de denuncia social de Visconti, y que sólo el talento de un desclasado como él podía llegar a concebir, porque cuando este hombre de familia adinerada, con título nobiliario, director de teatro y ópera, se mete en el fango para rodar lo que ocurre en los barrios de las gentes pobres, se convierte más que en un idealista, en el símbolo de la emoción de una época irrepetible. La nostálgica música de Nino Rota nos lleva a un final previsible mirando al sur, en una necesidad por insistir en la verdad y la pureza de las raíces.

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